Ya estamos de vuelta. Y tampoco pasa nada, la verdad. Como a todo hijo de vecino, me gustaría seguir de vacaciones, claro. Pero si algo aprendí hace mucho tiempo es que todo lo bueno se acaba, y que además se disfruta de las cosas por contraste. Sabemos lo que es el ocio porque sabemos lo que es el trabajo, y sabemos lo que es dulce porque conocemos lo salado. Así que afortunadamente nunca he sufrido de síndrome post-vacacional, esa chuminada inventada por los psicólogos para definir la contrariedad natural que a uno de produce tener que volver al tajo, y que algunos elevan a la categoría de mini-depresión sin motivo fundado. Hay que ver qué flojos somos. A picar piedra a pleno sol habría que llevar a algunos. Foto: Genie McChane’s
4 sept 2007
La vuelta al cole
De qué va:
educación,
psicología,
trabajo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Publicar un comentario