26 jun 2009

Despropósitos

Viendo un rato en la tele uno de esos programas de entretenimiento montado en torno a lo sucedido en otros programas, he recordado por qué frecuento tan de tarde en tarde el tubo catódico. Resulta que en un programa mañanero de esos que aupan a cualquiera a la categoría de 'tertuliano' -horrenda palabreja donde las haya-, ha intervenido un periodista del diario catalán La Vanguardia que se asombraba por el tremendo revuelo montado con la noticia de la muerte de Michael Jackson. Este señor, que es muy libre de que no le gustase Jacko, ha asegurado que no había escuchado una sola canción del llamado Rey del Pop en toda su vida. Ja. Es altamente improbable, por no decir imposible, que alguien que vive en este planeta no se haya topado jamás con una canción de alguien que vendió en vida (ya veréis tras su muerte) 750 millones de discos.

No contento con airear su absoluta ignorancia ya no musical, sino cultural en general -de discrecionalidad discutible para un periodista, sea cual sea su especialidad-, el susodicho ha asegurado que se alegraba horrores de estar destinado en Madrid, porque la portada del periódico se elabora en Barcelona, así que no había tenido que perder ni un minuto de sueño debido al óbito de Jackson. Pero aún hay más: ignorando la impresionante cobertura mediática mundial de la noticia -que recorrió el mundo en minutos en cuanto el primer medio dio la voz de alarma-, el 'tertuliano' ha asegurado que, de haber dependido de él, la muerte de Michael Jackson hubiera ocupado un pequeño cuadro en la portada de La Vanguardia. Olé!

El segundo despropósito que he tenido que contemplar ha sido el comienzo de una de las últimas ediciones de Madrid Directo, que comenzó uno de estos días con una cesárea en vivo. Por si no fuera suficiente con tener que presenciar (sin previo aviso) cómo los médicos extraían al recién nacido ensangrentado de las entrañas de su madre, el obstetra quiso hacer una gracia a la cámara -todo sea por el show-, y en cuanto el pequeño tuvo los brazos fuera del cuerpo de la parturienta, el médico agarró con fuerza uno de sus bracitos y lo agitó desaforadamente como si el bebé estuviera saludando al público.

Sólo puedo preguntarme: ¿por qué alguna gente se vuelve loca cuando hay una cámara delante? ¿queda algún límite que no se pueda cruzar cuando la tele está presente? Como cantaba el gran Freddie Mercury, "the show must go on". Pasen y vean.

Foto: 'Forgotten television'. Autowitch en Flickr

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