11 jun 2009

Redes P2P: el ejército ayuda a detener a los "piratas"

En Francia, tras numerosas refriegas entre los gestores de derechos y los defensores del P2P, se aprobó finalmente la ley que permitirá cortar el acceso a Internet a quienes descarguen archivos. Pero si esa noticia era mala, las secuelas no son menos oscuras, porque según publicaba El País hace un par de días, esta victoria ha conseguido que la organización "antipiratería" ALPA se crezca hasta límites insospechados, llegando a convencer al Gobierno de que la red P2P SnowTigers era una organización criminal.

Así obtuvieron el permiso para usar las redes espía del ejército con el fin de localizar y cerrar la página y los 20 servidores del enlace BitTorrent que usaban 250.000 internautas. Con su intervención, los militares contribuyeron también a la detención de 10 personas a las que se acusa de generar ingresos por valor de varios miles de euros que, según ALPA, pertenecen a los titulares del copyright de los archivos. Todos los internautas que hayan donado dinero a la página SnowTigers también serán puestos a disposición del juez. El presidente de la sociedad ALPA está encantado de su hazaña que "excede las fronteras de Francia" y dice que ha trabajado "codo con codo" con los militares para conseguir cerrar este sitio.

Sinceramente, creo que utilizar al ejército para perseguir a los responsables de las redes P2P es absolutamente desproporcionado, indignante y da mucho miedo. ¿Tan fuertes son las gestoras de derechos y las organizaciones anti-piratería -puros intermediarios- como para conseguir que el ejército se vuelva un arma de persecución de Internautas díscolos? Sarkozy a ha dicho que el tema de las redes P2P es un asunto de seguridad nacional, afirmación algo folclórica cuando el mundo entero sufre una crisis económica y de confianza en el sistema de no te menees. Y es precisamente este panorama, que pide a gritos un cambio en los sistemas que rigen el mundo, cuando los gobiernos se obstinan en apoyar el sistema de intermediarios culturales que se quedan con gran parte de las ganancias de los creadores por hacer bien poca cosa, aparte de decidir por nosotros qué películas debemos ver, qué música debemos escuchar y qué libros debemos leer.

Es inconcebible que los creadores, a quienes nadie niega su derecho a percibir un justo pago por su trabajo -como desea cada individuo de este planeta-, apoyen a los parásitos que durante décadas se han enriquecido de su trabajo, controlando el acceso a la cultura de los habitantes de este planeta. Ese negocio está herido de muerte en este nuevo mundo digital, pero se resiste a morir si no es matando a quienes abogan por el libre acceso a la cultura. Es hora de tomar partido.

Foto: RinzeWind en Flickr


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